Archivo de 3 de enero de 2011

Manejar

Para el que ésto escribe, manejar es un placer.

Y no importa si hay tráfico o no, si es en alguna ciudad o carretera, me gusta muchísimo.

Este proceso requiere de concentración absoluta, como lo platicábamos en una entrada anterior. En un país como el nuestro (México, para los visitantes de allende las fronteras), eso es indispensable ya que aunque existen muchos reglamentos de tránsito, los conductores y los transeúntes, se niegan, de una u otra forma, a seguirlo.

Entonces, el manejo se convierte en toda una hazaña. Cuidar de los vecinos de carril, de los motociclistas que rebasan por todos lados (los repartidores de pizza se cuecen aparte), el transporte público y los peatones que cruzan dónde les viene en gana, es todo un deporte. Al aprender a manejar en esas condiciones, cualquier otro escenario es sólo una tendencia a la mejoría.

Así, al manejar en carretera también aplican las condiciones descritas anteriormente, aunque los descuidos pueden ocasionar consecuencias mucho más desastrozas debido a las velocidades adquiridas.

Aún con todo eso, el manejar es un placer, disfrutar de la gente o del paisaje mientras se está al volante, aprender a tomar las situaciones conforme se van presentando y aprender de ello.

He tenido la oportunidad de manejar en diferentes países y en diferentes formas, automático, estándar, del lado derecho, del lado izquierdo, etc.,  y  en todos los casos se puede ver la consentida que se les da a los conductores: todo para su placer.

Sí, lo sé. Hay gente que no soporta manejar y se desplaza en transporte público. Los entiendo y como un ex-compañero de viajes y experiencias, creo que esta experiencia también tiene sus particularidades y argumentos en pro y en contra, que probablemente hablaré en otra entrada.

Perder la vista en la tira de asfalto que llega más allá del horizonte, y recorrerla, es uno de los pocos placeres que tengo en esta vida.

Un saludo.

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